Una aclaratoria necesaria

Con toda seguridad en el futuro, muchas de mis palabras versarán sobre la situación del país y los acontecimientos que se vienen sucediendo uno tras otro. Antes de hacerlo creo que es mi obligación mencionar algunos aspectos de mi vida y de esa forma dejar bien en claro mis anteriores andanzas y posteriores derroteros. En mis tiempos de estudiante universitario fui parte de un movimiento político cultural que hizo vida en la Universidad de Oriente, específicamente en el núcleo de Puerto la Cruz. Dicho movimiento, denominado Pensemos era una amalgama de jóvenes con afinidades culturales y políticas sin ninguna vinculación a partidos políticos. Una vez fuera de la universidad lo que vino fue trabajar. Fueron mínimos los contactos que mantuve con el estamento político y social de aquella Venezuela. Después sucedió lo que sucedió. Eso fue con los resultados electorales de 1998. Para muchos renacía un sueño. La utopía perdida. Fueron pasando los años y nuevamente me fui involucrando, hasta que a finales del 2004 paso a formar parte de la administración pública. La experiencia duró hasta finales del 2007. Diferencias me llevan a renunciar. Continúo con mis coqueteos en la política y con el proyecto que se lleva adelante actualmente hasta mediados de 2008. Hasta allí. No más. El camino que tomaba y toma Venezuela no creo que es el camino que yo soñé para mis hijos. Ese no es el país que nos ofrecieron, que nos prometieron. Y lo que es peor, no me gustaría levantarme una de estas mañanas sin ganas de soñar porque me hayan robado la libertad.

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