Aquella tarde

Era una tarde soleada, con la inmensidad del mar caribe al frente. Una tarde como cualquier otra, que debió ser como cualquier otra.

"Aquella tarde poeta, de pies descalzos en la arena, de aquel último rayo de sol a cuestas, nuestro último sol. Asocié en ese instante que podría ser también nuestro último encuentro, quizá por eso, traté mientras la claridad y la brisa lo permitió, de dibujar con mis pies una línea que unía los míos con los tuyos, una especie de coordenada, de último intento." 

Una tarde que al llegar la aurora debió haber terminado, pero junto a la aurora y la noche, se hizo eterna.
También puedo reescribir los versos de Neruda, "Puedo escribir los versos más tristes esta noche..." Pero ya están escritos.
Una tarde de últimos intentos.

Esta tarde está fría, mojada, alejada en la distancia y el tiempo de aquella otra, cargando a la sazón las alforjas un poco más llenas, o más vacías, de arena, de intentos, de nuevos trayectos.
Hay cosas que no es que se superen, se llevan con uno, como las cruces de palma hechas los domingos de ramos y que uno atesora como compañeras fieles y protectoras.

Tarde de remembranzas, también de otras historias, como las muchas del Titanic, que a cuento se cumplieron cien años de su tragedia y allí encontramos algunas como aquella pareja de ancianos que deciden morir juntos o la de los recién casados donde el esposo le pide a su esposa al despedirse que sea feliz. Mientras tanto y refugiándome en un café y el recuerdo de un regazo voy escuchando a Celine Dion en la interpretación del tema de la película, "My heart will go on" y para no parecer mezquino aquí dejo el vídeo para que se deleiten...


Guardando la distancia y el acto valiente de los músicos de la orquesta, me voy a permitir la jugada metafórica de irme y ser parte de uno de ellos, de los músicos de la orquesta que nunca dejaron de tocar sus instrumentos.

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