País de comiquita

Venezuela.
Es que si miramos toda esta tragicomedia que nos está sucediendo caeremos en cuenta que es un remedo de país, una comedia que a duras penas merecería ser pueblo, suburbio, ciudadela mal formada, pero jamás entrar en lo que se conoce grandilocuentemente como país.
Un presidente que gobierna con frases virtuales que nadie sabe cuál es su origen e igualmente nadie sabe en qué condiciones de salud se encuentra.
Un poder judicial donde los vagabundos y mafiosos se encargan de impartir justicia.

Caricatura de Weil
Una defensoría del pueblo que mas bien defiende al gobierno y va con el garrote contra el mentado pueblo.
La criminalidad campeante donde no se sabe si es mejor caer en manos de la delincuencia o de las policías del estado.
Un sainete a modo de asamblea nacional donde se pueden ver a los seres más arrastrados que alguna vez pudo uno imaginarse.
Bocazas delinquiendo a diestra y siniestra publicando llamadas privadas que son penadas por la ley y en contertulio con el fulano presidente y ni la fiscalía ni nadie se da por enterado.
En fin, ¿por qué hemos llegado tan bajo?
Simplemente porque es un gobierno de cínicos, ruines, inmorales y siga poniendo usted el epíteto que considere correcto, que no se va a equivocar.

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