El Paseo Colón de Puerto la Cruz

Transcribo parte de un texto de mi libro "Así va la noche" donde hay unas breves referencias sobre la demolición del Paseo Colón en Puerto la Cruz, cuando Nelson Moreno actual candidato a alcalde de Puerto la Cruz, fue alcalde de esa misma ciudad desde el año 2000.

"Pronto la gestión de Nelson se vería salpicada por acciones que eran difíciles de comprender. No hay forma de explicarse y justificar el caso de la demolición de los establecimientos comerciales que se encontraban en el Paseo Colón. Cuando eso sucedió estaba en San Diego de Cabrutica, un pequeño pueblo en plena faja petrolífera del Orinoco que había sido rescatado del olvido con los proyectos de perforación de pozos petroleros que llevaba adelante la empresa Sincor, una asociación estratégica para el desarrollo de la faja entre la francesa Totalfina Elf, la noruega Statoil y PDVSA. Recuerdo que leí sobre la demolición de los locales del Paseo Colón y me quedé prácticamente perplejo, no lo podía creer, y no lo quería creer. ¿Cómo era posible que pudiera ocurrir algo así? Y lo que era peor, ¿cómo era que Nelson Moreno se había atrevido a acometer un acto de esa naturaleza?"


Imagen tomada de IG: @playitagram


"Cuando salí a mis dos semanas de descanso busqué informarme más sobre los hechos. En un primer momento conversé con Jesús Navarro quien estuvo en el lugar, pero solo apoyando la acción que llevaba adelante Nelson y varios directores de la Alcaldía. Posteriormente pude hablar con Luis Figuera quien justificaba los procedimientos bajo la premisa de que los locales comerciales violentaban la normativa municipal. Le indagué sobre si los dueños de los locales no tenían los permisos correspondientes para trabajar en esos espacios, pero Figuera mencionaba que eran permisos que transgredían las normas y que el alcalde había anulado tales permisos. También me comentó que a los representantes de los locales se les había notificado en tres oportunidades para que desocuparan los espacios, pues estaban sujetos a demolición y en ningún momento quisieron tomar en serio los avisos y notificaciones de la Alcaldía. Le pregunté qué suerte correría el quiosco El Universal, me dijo que sería reubicado y que tenía su espacio asegurado en los planes para la futura remodelación. También quise saber si los locales comerciales que estaban del otro lado de la avenida serían afectados, y me respondió que no, que esos no tenían problemas en su funcionamiento. Quería saber esto porque había un pequeño bar y café en una de las esquinas donde culmina la calle Sucre en su intersección con la avenida del Paseo Colón que tenía para mí un espectro literario, se llamaba El Mundial. No sé por qué, pero las pocas veces que llegué a estar sentado entre sus sillas y mesas, situadas en la parte externa del establecimiento, lo relacionaba con esas imágenes que uno proyecta en su mente cuando lees a esos escritores que se fueron a cobijar en París en las primeras décadas del siglo pasado, disfrutando esas tertulias en sus famosos cafés, muchos de ellos aledaños al Sena. Algunas pocas veces fuimos a parar a El Mundial para mitigar la sed o continuar alguna de las tantas diatribas en que nos enfrascábamos y allí mientras todos nos refrescábamos con cervezas, Luis Ramón, uno de nuestros compañeros de Pensemos se mantenía a la par tomándose un vaso de Toddy por cada dos cervezas nuestras.

¿Qué pasó por la mente de Moreno y compañía cuando decidieron llevar adelante una acción de esa magnitud? Me resisto a creerlo, pero pienso que aún llevaban la universidad en la cabeza, y creían que aún los cobijaba el aura de impunidad y protección que en cierta forma ofrece el ser estudiantes y de seguro pensaron que sus acciones tendrían algún grado de inmunidad por ser aliados del gobierno chavista. También es muy posible que hayan querido dar un golpe de efecto para llamar la atención de Chávez y hacerle ver que estaban completamente alineados con su gobierno. En fin, todo lo que haya podido ser se estrella después con las acciones legales que ejercen los afectados en contra de Moreno como cabeza visible del acto de demolición, aunado a esto sale a relucir que uno de los propietarios afectados era hermano de la para entonces vicepresidenta de la República, Adina Bastidas."

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